Con Sheij ; Taha Fathy Hendy
La paz y las bendiciones de Al-lah sean con ustedes, así como Su Misericordia.
Bienvenido a una nueva serie de videos, que en este caso se titula “los Compañeros durante el Ramadán”.
Hoy vamos a hablar sobre este gran Compañero, uno de los señores de los árabes, el cual tuvo una grandiosa historia durante su aceptación al Islam con el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam. Era el señor de su pueblo, el pueblo de Daws, y era conocido por todos los árabes de su época.
Se dirigió a La Meca donde le hicieron la mejor recepción todas las grandes personalidades de dicho pueblo. Entonces empezaron a hablar con él mal sobre el Profeta Muhammad, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, aludiendo que era un poeta, un mago y otras cosas hasta tal punto que se colocó unos tapones en los oídos para no hacerles caso.
Era costumbre en aquellos tiempos al llegar a La Meca, comenzar a dar vueltas alrededor de la Ka´aba. Cuando este Compañero comenzó a hacerlo, se encontró al Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, rezando frente a la Ka´aba. Entonces cuenta: “Ciertamente, me gustó como rezaba”. A primera vista vio un bien en el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, su oración. Narra que siguió dando vueltas alrededor de la Ka´aba acercándose cada vez más a él. Empezó a escuchar lo que decía durante la oración, pero no claramente por culpa de los tapones de algodón que tenía en los oídos.
Al terminar ambos lo que estaban realizando, y dirigirse el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, a su hogar, este Compañero se dijo a sí mismo: “¿Y por qué no vas a escuchar directamente de él? Si es bueno, lo aceptas, y si no lo rechazas”. Acto seguido, se dirigió paulatinamente a la casa del Prfeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, y llamó a su puerta. Le abrió el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, y el Compañero le dijo: “¡Oh Muhammad! Recítame algo de los que estabas diciendo durante tu oración”; a lo que el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, le empezó a recitar la Sura de Al Ijlas y Al Mu´awizatayn (las tres últimas Suras de Noble Corán). Inmediatamente el Compañero dijo: “A tus órdenes Profeta de Allah”.
Realmente revirtió al Islam inmediatamente después de escuchar estas tres Suras que todos memorizamos y leemos continuamente.
Le pidió al Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, que le enseñará el Islam, y permaneció con él durante un tiempo aprendiendo, hasta que le pidió permiso al Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, para dirigirse nuevamente a su pueblo.
Antes de irse le dijo al Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam: “Ciertamente son un señor entre la gente de mi pueblo, y sinceramente deseo tener un milagro”; entonces el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, suplicó: “¡Oh Al-lah! Hazle portador de un milagro”. El milagro fue que Al-lah le otorgó una luz entre sus ojos que se veía en la oscuridad. Pero cuando dejó al Profeta pidió a Al-lah que no reflejará ninguna luz entre sus ojos porque su pueblo se podría creer que los dioses que seguían los desviados le hicieron un mal por aceptar el Islam. Entonces dicha luz fue de entre sus ojos a su voz, que también se veía durante la oscuridad. Es por ello, que se le denomino “Dhu Nuur (el de la luz)”.
Cuando volvió a su pueblo comenzó a llamar a la gente al Islam, y comenzaron revirtiendo al Islam sus padres, su esposa, sus hijos y su amigo. Éste era el famsoso Abu Hurairah, que Al-lah Esté Complacido con todos ellos.
Siguió llamando a la gente al Islam, pero solo unos pocos lo aceptaron, por lo que se volvió a dirigir al Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, para contarle dicha escasez. Entonces cuenta que el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, elevó sus manos al cielo hasta tal punto que creyó que iba a suplicar en contra de su pueblo, por lo que dijo: “¡Oh Al-lah! Ten Misericordia, ¡Oh Al-lah! Ten Misericordia, Daws va a perecer, Daws va a perecer”. Pero el Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, dijo: “¡Oh Al-lah! Guía al pueblo de Daws” (repitiéndolo tres veces).
Después volvió a su pueblo este Compañero, y absolutamente todos aceptaron el Islam. Tras la Hégira, se dirigió todo el pueblo a Medina, donde vieron al Profeta, sal-lal-lah ´alaihi wa sal-lam, y suplicó por ellos.
Observen cuánto amor tenía este Compañero por su pueblo, hasta cuando no eran musulmanes, ya que solo quería el bien para ellos y salvarles del Infierno.
Si saben de qué Compañero estamos hablando, por favor escríbanlo en los comentarios y mañana daremos la respuesta correcta.
La paz sea con todos ustedes.