Una breve presentación (Nombre completo, edad, estudios, trabajo)
Josep Buades Fuster SJ (de la Compañía de Jesús). En mayo cumplo 47 años. Licenciado en Derecho y en Teología. Trabajo en la fundación CeiMigra.
Usted colabora con el CCIV desde hace varios años y fue nombrado socio de honor de esta entidad islámica ¿Cómo fue su primer contacto con el CCIV?
Conocí el CCIV en 2002, cuando estaba destinado en Alicante. El Centro Loyola de Alicante me pidió que organizara un coloquio sobre el Islam en la sociedad española. Me aconsejaron que contactara con Amparo Sánchez. Aceptó, y mantuvo un delicioso coloquio con Margarita Retuerto, que había sido Defensora del Pueblo en funciones y era por entonces vocal del Consejo General del Poder Judicial. Desde entonces, mucho de mi contacto con el CCIV ha pasado por su estupenda programación de conferencias y actos públicos.
¿En qué áreas y proyectos ha colaborado con el CCIV estos años?
Decía que hemos colaborado en numerosas conferencias, jornadas, seminarios… ocasiones para la reflexión, el debate, el pensamiento compartido. También hemos colaborado en algunos actos con contenido religioso explícito: oración por los migrantes caídos en el desierto y el mar, iniciación de jóvenes en el encuentro interreligioso…
¿Cómo valora la experiencia del CCIV como entidad religiosa islámica y ONG?
La libertad religiosa tiene dos grandes dimensiones: la que queda en el entorno de la comunidad y la que se despliega en la vida pública. El CCIV acierta como comunidad religiosa y como entidad que participa en la vida pública a través de una agenda social y cultural. Acierta como entidad que se relaciona con otras entidades religiosas, con el tejido asociativo del barrio, con las Universidades, con las Administraciones. Acierto más meritorio cuando escasean las fuentes para sostener este despliegue con profesionales.
Usted ha viajado mucho por el mundo islámico: ¿Cómo ve los cambios que se están produciendo en la otra orilla del mediterráneo?
Con curiosidad, esperanza y un punto de inquietud. Curiosidad: la que provoca un proceso social y político abierto. Esperanza: de ver sociedades más democráticas, más maduras. Inquietud: porque toda transición acumula tensión y violencia, porque hay quienes pueden frustrar tantas esperanzas. Observo las diferencias entre lo que sucede en distintos países. ¿Observo u observaba? Me doy cuenta de que, hace un año, seguía muy de cerca el proceso por la prensa española y extranjera. Ahora debería volver a asomarme. Quedo con el testimonio de compañeros jesuitas que participaron en el Foro Social de Túnez: testigos de debates vivos y acalorados, acalorados y vivos.
Usted ha realizado varios estudios sobre las minorías musulmanas en Europa y en España: ¿Qué puede decirnos al respecto? ¿Cómo valora su crecimiento y su organización? ¿Cómo ve el crecimiento de la islamofobia en Europa?
He podido contemplar un periodo de crecimiento de la comunidad musulmana en España, dicho así: en singular. He contemplado también la formación de comunidades musulmanas: especialmente entre 2005 y 2011. He visto quedarse pequeñas las estructuras organizativas y representativas que ideó la comunidad musulmana en 1992. Ahora hay un nuevo modelo de comisión islámica. Representa un mundo unitario en el fondo y muy plural en la superficie. Esperemos que la unidad de fondo se conjugue bien con la pluralidad ideológica, cultural, de sensibilidades… El debate es sano. El diálogo es un arte que se aprende.
La islamofobia, como la cristianofobia o el antisemitismo, es un fenómeno complejo. Refleja temores a veces legítimos: las comunidades religiosas tenemos un historial con sombras evidentes. A la vez que refleja incomprensiones que no pueden quedar ahí. Al final, son acicates para confesar la fe, para dar razón de nuestra esperanza, para discernir en qué medida es justificada o no la animadversión que provocamos.
En tiempos de crisis, los derechos de las minorías suelen verse amenazados. ¿Qué futuro le ve a la gestión del pluralismo religioso en España?
En España no veo que la tentación venga de la mano de una comunidad religiosa que quiera imponerse absolutamente en la sociedad. Al contrario, la tentación es la de orillar lo religioso para “no tener problemas”. Por eso mismo, las comunidades religiosas podemos crecer en algo a lo que invitar a toda la sociedad: a articular la pertenencia activa a una sociedad común con lo que aporta nuestra pertenencia a una comunidad de sentido. Los que somos cristianos, musulmanes, judíos… estamos convencidos de la verdad de nuestro modo de entender el mundo, la vida, Dios. Y nos debemos a la verdad. El contacto con creyentes auténticos de otras religiones nos descoloca, puesto que la verdad que proclamamos se ve puesta en cuestión. Y a la vez, lo auténtico de la experiencia religiosa de los creyentes de otras religiones nos hace dirigir de nuevo la mirada a Dios, el Veraz: para confiar en Él, en su providencia, en el Juicio. Convivir con personas que no participan de una fe religiosa nos enseña también a buscar lenguajes comunes a los que traducir nuestro discurso creyente. Gestionar el pluralismo de una sociedad consiste en abrir espacios para el debate entre tradiciones de pensamiento, tradiciones de fe… que tienen algo que aportar a la tarea de configurar la sociedad común.
Un jesuita argentino, arzobispo de Buenos Aires, es el nuevo papa de la Iglesia Católica: ¿Cómo ve el nuevo papa Francisco temas como el diálogo con el mundo musulmán, las minorías musulmanas en Europa o el crecimiento de la islamofobia? ¿Serán prioritarios en su agenda?
El Papa Francisco hereda una agenda de Benedicto XVI: hay una comisión de diálogo entre católicos y musulmanes que funciona desde el famoso discurso de Ratisbona, la carta de los 39… En el diálogo entre católicos y musulmanes hay dos campos fundamentales: el teológico y el ético. En lo teológico, siempre podemos explicarnos mejor, darnos a conocer como entendemos que somos y no como entendemos que nos interpreta la otra confesión. Pero no podemos alterar los contenidos que objetivan nuestras religiones respectivas. En lo ético, tenemos campo para avanzar. Y, francamente, la cuestión de la libertad religiosa es capital. En países donde cristianos y musulmanes no tenemos la categoría de religión oficial, estamos unidos en su defensa. Ahí donde unos u otros somos esa religión oficial, la libertad religiosa del otro sufre. Es preciso defender planteamientos que no dependan de la posición de poder o de no poder que tengamos en un país y en una circunstancia.
Para terminar: ¿Quiere dirigir un mensaje al CCIV?
En tiempos recios: plena confianza en el Señor y en su providencia. Ante la tentación del desaliento, ser constantes en la esperanza. Y seguir aportando ese testimonio de fe y esperanza en una sociedad que merece nuestro máximo grado de solidaridad.